domingo, 31 de julio de 2011

una vez alguien me dijo:

Que sí. Que te gusta mucho. Te gusta mucho cuando sonríe. Te gusta mucho como te trata cada día, como te hace ser continuamente la reina de sus pensamientos. Te encanta que te salude todos los días con esa cara de niño bueno que te pone a cien. Que cuando se te acerca a escasos centímetros de tu cara contienes la respiración... Que cuando te ríes de él lo acepta sin más, sin defenderse tan siquiera.
Aunque sepas de sobra que no es así, tu sigues con tu engaño, llegando a pensar que en algún momento llegaras a ser algo más que un juego. Cada vez más convencida de que tú eres la que mandas. Pero cuando llegan las noches de Sábado, te das realmente cuenta de como se te va de las manos. Que aquella persona ha hecho mucho daño, simplemente por que no sabe cual es su lugar , te mete de por medio, y que la que sales mal eres tú. Que la cara de niño bueno que te ponía cuando hablabáis solo decía una cosa. Tú ponías aquella sonrisa tan especial que no paraba de gritar

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